Grupos Norteños ElMero en San Diego: ¡La Fiesta Jamás Se Concluye!

ElMero Grupos Nortenos experimenta una vibración distinta al sonar los acordeones. Existen personas que afirman que los días de banda son siempre de sol aquí, y no son engañosas. Se puede pasear por Barrio Logan cualquier sábado para percibir cómo los sonidos del bajo sexto se propagan por todo el lugar. Cada conjunto norteño añade su sazón. Algunos afirman que la competencia está intensa. Pero eso es lo que hace atractivo el movimiento.

En San Diego, cada raza tiene sus preferidos. Y siempre se disputan la primera posición en las listas de WhatsApp de la familia. ¿Quién interpretó el mejor canto en el bautizo? ¿Quién se puso más elegante la quinceañera? Las observaciones se desplazan como tortillas recién elaboradas. Los Grupos Norteños del ElMero no se quedan atrás. Siempre llegan con ritmo y consiguen lo que todos deseamos: que la celebración perdure hasta que los gallos canten.

¿Cuál es la artimaña? Es una combinación. El repertorio varía dependiendo del acontecimiento. Existen noches repletas de corridos, y otras repletas de cumbias o esas melodías románticas clásicas que evocan memorias. En San Diego, ser norteño es más una profesión que una tendencia. En este lugar, afinan su voz y guitarra en el garaje, son críticados por la tía y después salen a romperla en el palco.

Las tocadas generalmente son más entretenidas que aburridas. Han pasado por garajes, terrazas con vista al mar, e incluso en esquinas mientras los vehículos pasan al nivel inferior. Lo asombroso es que, pese a tantos contextos distintos, la energía no disminuye. Todos se la rifan, algunos con un puñetazo, otros con ese grito que despierta hasta al más dormido.

No todo es celebración. Existen días de ensayo, y hasta debates acerca de qué prendas vestir. Ya conoces, las tradicionales discusiones de “llevamos camisa blanca o negra”. Esas mínimas cosas mantienen los grupos en actividad. En este lugar, ser norteño no solo implica tocar; implica experimentarlo, inhalar el polvo del baile, aliviar las asperezas y luego tomar unas cheves juntos tras la tocada.

La audiencia en San Diego es rigurosa. Si el grupo no inicia rápidamente, ya están solicitando rolas antiguas o la que colocaron en el matrimonio de la prima hace mucho tiempo. Sin embargo, cuando se unen, el entorno es encantador. Las luces danzan, los gorros se desplazan y los zapatos impactan con fuerza el suelo.

Para la comunidad latina de San Diego, la música de Norteamérica representa un vínculo. Compartir relatos, suegra con yerno, vecino con compadre. Esto es algo que los grupos comprenden. Por esta razón, siempre están presentes las dedicatorias, los saludos por nombre y hasta ese “vámonos recién” que evidencia que aquí, nadie se queda sentado en la mesa.

San Diego continúa expandiéndose, y los colectivos norteños se expanden junto a él. Existen rostros nuevos y experimentados que ya se han convertido en casi mitos del vecindario. Lo más importante es que la celebración continúa para todos, con la música dando testimonio y las sonrisas dando aliento. En este lugar, ser norteño va más allá de un ritmo—es una pasión que resulta imposible de ocultar. ¿Están preparados para bailar? Ya que en San Diego, la música persiste y el espíritu norteño tampoco se detiene.